Soy profesor de informática para adultos
Ah, ser profesor de informática para adultos, Qué desafío tan entretenido y desesperante al mismo tiempo.
Enseñar a adultos sobre tecnología es como intentar explicarle a un gato por qué no puede cazar el cursor del ratón en la pantalla. Siempre tienen una opinión, un comentario o una actualización de software que han instalar justo cuando estás a punto de explicar algo fundamental.
Cada clase es una sinfonía caótica de preguntas y comentarios fuera de lugar. Estás en medio de una explicación crucial sobre cómo funciona un «bucle for», y en su más álgido momento, de repente alguien levanta la mano para preguntar si es seguro actualizar a la última versión de Windows (pregunta que no tiene nada que ver con los bucles esos). O peor, te interrumpen para contarte que el perro de su vecino una vez mordió un cable de red y eso causó un apagón en todo el vecindario. Mientras intentas volver al tema, otro estudiante decide que es el momento perfecto para mostrarte el meme tecnológico más reciente, en su teléfono, creyendo que es absolutamente relevante para la lección. Y, por supuesto, siempre hay alguien que necesita asistencia técnica inmediata porque «mi laptop no enciende y necesito entregar un trabajo en media hora». ¡Cada clase es un ejercicio de paciencia y adaptabilidad!
En el fascinante y a veces frustrante mundo de la enseñanza de informática para adultos, hay que ser un puñetero crack.
Es un microcosmos en el que te encuentras con una diversidad de personajes que convierten cada clase en una aventura única, improgramable, imposible de replicar, llena de interrupciones y sin sentidos que ya les gustaría tener a mano a los guionistas de “La que se avecina”.
Pero Ojo creo que he identificado algunos perfiles fundamentales que se dan en todos los cursos.
Primero, están los reyes de los atajos de teclado. Esos que piensan que saben más comandos que un hacker de película. «Profe, pero si aprieto Ctrl+Alt+F8 mientras reinicio el router con la punta de ..del dedo del pie, ¿no debería mejorar la velocidad de mi conexión?»
«Claro, porque todos sabemos que reiniciar el router mientras haces yoga sobre el teclado es la clave para una Internet más rápida.«
Luego tenemos a los filósofos tecnológicos. No importa si estás enseñando programación, ciberseguridad o cómo abrir un archivo PDF, siempre hay alguien que encuentra una manera de convertirlo en un debate existencial. “Profe, ¿no cree que la inteligencia artificial eventualmente dominará el mundo y nos esclavizará a todos?”
«Sí, Pedro, absolutamente. Por eso hoy estamos aprendiendo JavaScript en un curso del SEPE, para que puedas unirte a la resistencia y luchas por la libertad cuando eso suceda.«
Y, por supuesto, los entusiastas de la nostalgia digital. Esos que insisten en que todo era mejor en los buenos viejos tiempos de Windows 95 y Netscape Navigator. «Profe, ¿no era todo más simple antes de que aparecieran los smartphones?», «Claro, porque lo que realmente necesitamos en la actualidad es una interfaz gráfica en la que cada clic tardaba tres eternidades en responder.»
¡Ah, y los que confunden el aula con un centro de soporte técnico! Mientras tú te esfuerzas por explicar la lógica de los algoritmos, ellos están más interesados en arreglar sus problemas personales de TI. «Profe, ¿me puedes ayudar a recuperar la contraseña de mi correo? Es que mi hijo de tres años la cambió y ahora solo él sabe cómo entrar.»
«Sí, claro, porque tengo una línea directa con todos los servicios de soporte técnico del mundo y los demas compañeros pueden esperar a que se te solucione la vida».
Luego está los que no tienen ni idea de nada. Ese que parece que han sido teletransportado desde una era pre-digital. «Profe, ¿Cómo enciendo la computadora?» «Profe, ¿Qué es un correo electrónico?» , «Profe ¿Qué he de hacer para ver Netflix gratis?», «Profe, ¿por qué la pantalla se queda negra cuando cierro los ojos?»… Explicarles conceptos básicos es como intentar enseñar física cuántica a una piedra, pero con un poco más de paciencia y muchos más clics erróneos.
No podemos olvidarnos de los tecnófobos. Aquellos que aún creen que su computadora puede autodestruirse si presionan el botón equivocado. «Profe, ¿estás seguro de que puedo borrar este archivo? ¿No explotará la computadora?»
«Sí, seguro, Juan, solo ten cuidado de no abrir el archivo que dice ‘Destruir Mundo.exe’, si eso ocurre las consecuencias podrían ser devastadoras para la humanidad.»
Finalmente, están los eternos procrastinadores digitales. Los que siempre encuentran una excusa tecnológica para no hacer las tareas. «Profe, no pude completar el proyecto porque mi perro masticó el cable del cargador y mi laptop se quedó sin batería.» «Claro, la tecnología moderna es frágil y llena de peligros caninos.»
SI…. En el fascinante y a veces frustrante mundo de la enseñanza de informática a adultos.
Y el terror que sientes... el terror que sientes al comienzo de cada nuevo curso, enfrentándote a un mar de caras desconocidas, cada una con su propio conjunto de expectativas, habilidades y miedos tecnológicos. Te preguntas quién será el tecnófobo, quién el experto en atajos de teclado y quién el filósofo tecnológico esta vez. Es una ruleta rusa de personalidades y niveles de competencia, y tú estás allí, listo para domar el caos con solo un proyector y tu vasto, aunque a menudo infravalorado, conocimiento.
Además, está el tema de la diversidad de intereses. Algunos quieren aprender a programar porque les han dicho que es el futuro y otros solo quieren saber cómo usar mejor Excel para su trabajo. Y tú, como un mago colega de Harry Potter, tienes que equilibrar todos esos intereses sin perder la cordura. Cada nuevo grupo es un misterio. A veces te encuentras con el que tiene el sueño de convertirse en el próximo Zuckerberg y otras veces con el que solo quiere aprender a adjuntar archivos en un correo electrónico. Y, por supuesto, están los que creen que todo se soluciona llamando al sobrino adolescente experto en tecnología. «Profe, mi sobrino me dijo que todos los programas de pago tienen su versión gratuita si buscas bien en internet». Sí, claro, y también hay una marmita de oro esperándote en el próximo clic, nadie lo busca ya al final del arco iris.
Y no olvidemos las interminables preguntas sobre los gadgets más recientes. «Profe, ¿Qué opina del último modelo de smartphone X? ¿Es mejor que el Y?» Porque claramente, además de ser profesor de informática, se espera que seas un experto en todas las novedades tecnológicas del mercado, desde la última versión de Android hasta el gadget más reciente de Kickstarter.
En fin, ser profesor de informática para adultos es una aventura épica, digna de un videojuego de rol. Pero al final del día, cuando alguno de ellos logra entender cómo funciona un bucle o por qué no deben abrir correos sospechosos, sientes que todo el esfuerzo valió la pena. Eso, y los conocimientos que has adquirido por las preguntas inusuales que recibes diariamente. Porque, al final, ser profesor de informática para adultos es aprender a navegar en un océano de curiosidades, temores tecnológicos y risas inesperadas.
Si…. Es un viaje fascinante y mola muchísimo.